El privilegio de recuperar la memoria
Por: Santiago Uribe
La semana anterior ocurrió algo curioso dentro de mi academia y en los medios de comunicación. Mientras discutíamos de la estructura organizacional y legal de los medios de comunicación, el impacto y la importancia de los medios, la responsabilidad del emisor en un proceso semiótico, la comprensión del individuo como mayor expresión de la naturaleza y sus creaciones puras como el reflejo directo del espíritu; en los medios de comunicación aparece una discusión que me ayudo a conectarlo todo: El canal Caracol comienza a publicar su mensaje promocional sobre un documental con el slogan “El próximo domingo, los colombianos tendrán el privilegio de recuperar la memoria”.
Una frase en apariencia inocente, en apariencia positiva; sin embargo ¿cómo debería entenderla? Más de 15 años desde la desaparición de uno de los grandes políticos y fenómenos mediáticos de Colombia y sin embargo, siendo uno de los grandes, estaba condenado al olvido hasta que un medio masivo de comunicación decidió recordarnos quién era esa persona: El privilegio de recuperar la memoria, un regalo de Caracol para la construcción de sociedad. Si no te damos ese regalo, conténtate con saber quién quedo eliminado en protagonistas de novela, si no te damos este regalo, no te cuestionarías ni un poquito por quienes son los dirigentes que eliges al votar, o no votar (si, al no votar también estas eligiendo a alguien).
Los emisores de mensajes, y con esto no me refiero a el medio puro o a la entidad que emite si no a toda esa red de organizaciones que del lado del emisor crean y producen nuestra memoria colectiva; son los responsables en gran mayoría de nuestro tejido social. No ha existido un solo momento relevante para el desarrollo social del país que haya pasado sin la influencia directa de los medios masivos de comunicación.
La independencia, las diferentes guerras internas y externas en las que ha estado envuelto nuestro país, y el desarrollo actual del conflicto es llevado y comunicado por los medios masivos de comunicación (no es gratuito que los mayores medios masivos de comunicación hayan nacido de políticos). Recordamos quienes somos como nación por lo que los medios nos dicen. La aceptación que tenemos de estos les permite mayor credibilidad, incluso mayor que la de otras instituciones.
Nuestra memoria colectiva, en otras palabras, nuestra cultura, viaja a través de los medios masivos de comunicación. Y no hablo de cultura solamente cómo las expresiones artísticas de un pueblo, hablo de cultura cómo una cadena de valores que nos hace interactuar de determinada forma, que nos permite organizarnos socialmente. La cultura define nuestras competencias políticas y económicas.
Es un gran peso el que cargan los medios, es un gran peso que carga la sociedad y que carga el estado en general. Cuando se habla de Responsabilidad Social, un termino muy de moda entre las corporaciones y ONG en los últimos años, se habla de organizaciones, que por la configuración general del estado, tienen la posibilidad de cerrar los ojos ante la problemática que generan en las comunidades a las que afectan directa e indirectamente. En el caso de las corporaciones, se hablaba de la responsabilidad de esta ante sus accionistas, no ante la comunidad. La responsabilidad social del estado se considera obvia, la responsabilidad social del ciudadano ni se menciona.
¿Donde están los medios masivos en el discurso de la responsabilidad social? Me atrevería a decir que son un híbrido de corporación con organización estatal. Al usar medios públicos (del estado, como el espectro magnetofonito o el territorio en general para esparcir mensajes) son responsables con sus lectores, televidentes y radioescuchas. Obligados a hablar con la mayor verdad alcanzable. Obligados a corregirse y a tratar con respeto a su publico. Como corporaciones están obligados a responder a sus dueños y accionistas, a hacer lobby para beneficiar su negocio, a permitir que la publicidad no cruce la raya pero que sin embargo afecte gravemente nuestra cultura.
Una mezcla finamente peligrosa: Cuando se está tejiendo cultura y sociedad, debe haber un auto-cuestionamiento que debe sobrepasar lo meramente económico, pero los medios, como corporaciones no se pueden permitir tal ejercicio. El límite que tienen los medios masivos son el límite que tienen como corporaciones; elegirán las noticias que sean más rentables, presentaran los comerciales que puedan pagar por sus espacios. La publicidad afectará el desarrollo cultural de una nación con tal de ser más rentable. La publicidad en nuestros días no piensa en cultura o en memoria colectiva, al menos no en la de nuestra nación: Bon bon bum, Coca Cola, y los programas matinales de La Mega no vienen con discursos que leen nuestra cultura, buscan vender más o permitir mayor rentabilidad al importar estilos de vida que no nos han pertenecido y que solo comprendemos desde la superficialidad: Lo “extremo” en nuestro entorno es superficial, el discurso sobre el sexo libre en nuestro entorno es superficial; sin embargo estos temas son rentables dada la alta influencia que tienen sobre nuestra juventud.
Como tejedores de sociedad, los medios son excelentes corporaciones. Su responsabilidad se quedará en lo que nos puedan “regalar” como negocio, por ejemplo, la memoria.
El problema no es institucional finalmente, el problema es que nos dejamos hacer eso, incapaces de ser críticos ante los medios y el estado, incapaces de forzar desde la sociedad nuestra cultura y tejido social. Culpando a otros, menos a nosotros mismos como ciudadanos. La responsabilidad social de los medios solo puede partir de la responsabilidad social del individuo, y ese concepto no existe en nuestro medio.